— Para un padre nadie es la persona acertada para su hija. Va con el carnet de padre.
+ Pues a lo mejor no es la persona acertada, pero creo que tengo derecho a darme yo sola contra una pared ¿no?
— Claro. No sé... igual. Pero si algún día te das contra esa pared y necesitas que alguien te ponga una tirita, llámame. Yo estaré por aquí, ¿vale?